sábado, febrero 11, 2012

Gominolas con gintonics



Esto es lo que va a ocurrir esta noche:

Me voy a abrigar. En el bolsillo interior de la chaqueta: un paracetamol, un ibuprofeno y un monóculo. Todo esterilizado. Me voy a ajustar bien las pulseras y las patillas de las gafas. Mentiré a mi vecino: Hey, me voy a Arlington (Texas) a pasar la noche. Nada de mirarse en el espejo del ascensor. Eso es de guapos. Mi coche, negro obsidiana, va a esperar en la calle a que le llegue la escarcha. Welcome to Sundown, baby. Hay buena música, me dirá Manu. ¿Es que no me vas a abrazar?, preguntaré yo. Todo el mundo hablará de ese hombre que se sienta al final de la barra. (¿Qué hombre? Yo no veo ningún hombre. // Pues hay un hombre porque todo el mundo está hablando de eso). No sé si existe un cóctel que se llame martirio. Si no, es probable que lo inventemos esta noche por casualidad. ¿Temas de conversación? Los de siempre: Te llamé y no me lo cogiste / Esta canción es de nuestro viaje de estudios, ¿la recuerdas? / Pasa de esconderme el móvil esta noche / Oye, aquello de lo que te hablé, que al final sí / Vamos a bailar y déjate la vergüenza en casa. Estas temáticas y otras en la misma línea. Por propia experiencia puedo decir que a mí, gominolas con gintonics, lo que más.

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